A.2
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“La familia es la base de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los valores que les guían durante toda su vida.”
S. Juan Pablo: II
Nuestros cuentos
El amor es como el nutriente que tiene la tierra, que cuando siembras algo puede crecer. Pero no basta con sentirlo, hay que manifestarlo.
Además de besos y abrazos se pueden tener gestos de amor a través de la amabilidad, la gratitud…con detalles, con renuncias en favor del otro. Hay que trabajar con los niños para que lleguen a comprender que el amor no sólo son objetos (regalos). Escuchar es una forma también de amar.
No hay que obligar a los niños a dar besos a cualquiera. Los niveles de manifestación del amor son distintos dependiendo de la cercanía.
Cada miembro de la familia es especial a su manera.
Facilite las relaciones entre hermanos; hable con frecuencia de sus progresos y conductas. Explique de forma clara lo que espera de cada uno.
Establezca claramente las consecuencias de las peleas entre hermanos. Facilite la posibilidad de que, ante los desacuerdos entre ellos, busquen y encuentren soluciones. Son las relaciones íntimas más duraderas y constantes entre los seres humanos.
Todos sabemos que el amor es el ingrediente más importante y necesario en la relación con los hijos, pero no resulta suficiente si no va unido a otras cualidades y valores que les ayuden a enfrentarse al mundo con seguridad y confianza en sus capacidades, un mundo en el que tendrán que vivir diferentes situaciones, unas agradables y otras difíciles.
Un desarrollo emocional adecuado es la clave para que vuestros hijos sean felices, y para ello es importante que compartáis con ellos una serie de habilidades, cualidades y valores que no deben ser enseñados como nociones abstractas, sino vividos con amor para poderlos desarrollar.
"Educar a un niño supone crear espacios de vida, espacios de relaciones y de intimidad, que lo lleven a ser un ser humano responsable, que se acepta a sí mismo, que confía en sí mismo y en los demás, consciente del mundo en que vive y cuál es su papel para embellecerlo y mejorarlo.
Que este sea nuestro más preciado regalo."
Begoña Ibarrola
La vida de familia es desafiante. Valores que cambian, horarios sobrecargados, exceso de informaciones, presiones culturales y económicas, todo hace difícil formar una familia actualmente.
Sin embargo, no existe grupo o realidad social tan importante como la familia, porque en el seno de una familia nos formamos hasta ser lo que somos. Nuestras características particulares, talentos personales y capacidades pueden ser encauzados de muchas maneras dentro de la estructura familiar, ignorados o reprimidos.
Las manifestaciones de cariño calan hondo, llegan hasta el alma. Una sonrisa, un abrazo, un beso al acostarse, una caricia… infunden seguridad, dan ánimo y reconfortan. El contacto dice “te quiero” de innumerables maneras.
Además en la familia aprendemos a amarnos a nosotros mismos, a los demás y a Dios.
Tómate tiempo para hablar, escuchar y comprender. La comunicación acrecienta la confianza y la confianza la unión.
Divertíos jugando en familia. Cuando la familia juega unida todos ganan.
Las cosas y los espacios personales son sagrados. Respetad mutuamente la necesidad, el derecho y el privilegio de cada uno a definir su territorio personal. Es una buena forma de desarrollar la individualidad.
Estad abiertos a los imprevistos. Ahí podemos encontrar alguno de los más bellos regalos de la vida.
Ser familia significa además compartir responsabilidades. Distribuid las tareas de acuerdo con las capacidades, preferencias y tiempo disponible de cada uno. Ser flexibles e intercambiad las tareas para evitar la monotonía. Cuando toda la familia se une para hacer un trabajo importante, disfrutad del espíritu de equipo y celebrad vuestros éxitos.
Puedes seguir amando a los miembros de tu familia aunque no te gusten lo que hacen. En tales circunstancias, diles que los quieres (y recuérdalo tú mismo también).
Reúnete con tu familia para celebrar fiestas, cumpleaños, aniversarios y acontecimientos extraordinarios. Utiliza esas circunstancias para crear tradiciones, fraguar recuerdos y unir corazones. Los recuerdos son vínculos que unen el pasado con el presente.
La familia tiene un valor incalculable. Dios nos creó para ser padres de nuestros hijos, y a ellos para ser hijos nuestros. Juntos nos ofrecemos lo que nadie puede darnos.
Este preciso instante –irrepetible- que pasas con tu familia es el único que importa. No te lo pierdas.
Las familias cambian: se trasladan, celebran la llegada de nuevos miembros y se afligen con la pérdida de los que parten. Asume y respeta el cambio. Admite las expresiones de tristeza, de decepción y enfado, y habla sobre el modo de adaptarse a la nueva situación. La familia que cambia unida crece unida.
La vida en familia proporciona grandes oportunidades de perdonar y ser perdonado.
Si ha estallado la ira y quedan heridos los sentimientos, di “lo siento” y “te perdono”; así darás una nueva oportunidad al amor.
Cada miembro de la familia es diferente. No intentes uniformarlos, sofocarlos o ignorarlos.
Todas las familias tienen conflictos. Pero si evitas culpabilizar, si escuchas realmente y buscas soluciones creativas, los conflictos pueden conducir a una comprensión y un aprecio más profundo de las particularidades de cada uno.
“La familia de Jesús, la de Nazaret es la familia-modelo, en la que todas las familias del mundo pueden hallar su sólido punto de referencia y una firme inspiración”
Papa Francisco
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