MARIANELA

SOY UN DON PARA LOS PAPÁS Y LA FAMILIA. RELACIONES FRATERNAS.

¿Qué queremos trabajar...?

La familia y el duelo.

Marianela

Infantil a 4º Primaria

Marianela era una tortuga nueva en aquel lugar. Había llegado arrastrada por la corriente marina a una desconocida playa. Se sentía sola y asustada. Apenas pudo alcanzar la orilla, miró a su alrededor y conoció la inmensidad, un manto blanquecino que no tenía fin, y le hizo empequeñecer más aún.

Suspiró varias veces como suspiran las tortugas. Y sin pensar demasiado emprendió el camino, caminando despacio, despacio...

Eran las primeras horas de la mañana del 14 de abril y el sol no calentaba demasiado, corría una suave brisa que empujaba y alentaba a Marianela.

Y haciendo camino, sintió que la tierra temblaba - ¡Ay, un terremoto! - exclamó. Se tambaleó de un lado a otro y sintió una sombra amenazante que caía sobre ella. Y se dijo:

- ¡Esto es el fin! - cerrando sus ojitos tristes y encogiendo sus patitas.

Permaneció así un segundo, tan solo un segundo pero a ella le pareció eterno. No quería mirar, pero era consciente que se elevaba del suelo y sintió en su diminuto cuerpo cariñosas cosquillas al mismo tiempo que oía una dulce pero sollozante voz humana _ ¡No tengas miedo, tortuguita! ¡Yo cuidaré de ti!

La tortuga fue abriendo sus ojitos y su mirada encontró otra mirada, sola y asustada. Era David, un niño de ocho años, nuevo en aquel lugar.

Pasados los primeros momentos, los dos se sonrieron. Marianela se sintió tranquila y querida en la palma de aquella tibia mano. Y David estaba feliz ¡Deseaba tanto cuidar de alguien.

Añoraba a su abuelo, Mario. El viejo pescador se había ido aquella noche _ ¡Para siempre! - les había oído decir a sus padres. Apenas había podido dormir y muy temprano había salido a la playa; caminó y corrió sin parar, sin entender nada.

David, mientras acariciaba a Marianela pensó en él, recordó los días que el anciano estuvo en su ciudad, en su casa... Y con una mano se restregó los ojos llorosos y miró al mar; en el horizonte le pareció ver a su abuelo que se alejaba en la Marianela, su vieja barca.

Corrió entusiasmado hacia la casa y abrazó a sus padres. Se apreciaba en sus ojos un brillo especial y él muy sonriente les presentó a la amiga que el mar le había traído.

-¡Jovencito, tendrás que buscarle un nombre! -le anunció su madre.

-Ya lo tiene, mamá. Su nombre es... ¡Marianela! _pronunció el niño con solemnidad y mucho cariño.

Actividades

1.¿Quién es Marianela? ¿Cómo se sentía al principio? 

2.¿Quién es David? ¿Por qué está en la playa? ¿A quién echa de menos?

3.¿Cómo fue el encuentro entre los dos? ¿Cómo trata el niño a Marianela?

4.¿David solo se preocupa de su propio dolor?